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#YoTeCreo, Daniella

A fines de marzo, los medios peruanos explotaron a raíz de la denuncia pública de Daniella Pflucker, una actriz de 21 años que contó en Facebook cómo un actor diez años mayor que ella la había violentado sexualmente.

 

Para muchas mujeres, el testimonio de la actriz componía un caso típico de abuso sexual, ejercido por la posición de poder del hombre “mayor y experimentado” sobre la joven que, en el momento del abuso, tenía 19 años y nunca había tenido relaciones sexuales. Esa fue la postura solidaria que le ofreció su apoyo y, sobre todo, le otorgó credibilidad.

La otra postura -la masiva- fue la que tiró por el suelo la denuncia, llenó las portadas de los periódicos de titulares machistas y dedicó largos espacios televisivos para desmenuzar cada palabra, cada gesto y cada hecho con el propósito de minimizar y deslegitimar a la actriz.

Personalidades que meses atrás habían apoyado los testimonios de actrices que denunciaron a Harvey Weinstein por acoso y abuso sexual a través de sus redes sociales, ahora se mostraron solidarias y cómplices del acusado de abuso en su propio país. El conductor de televisión Beto Ortíz (denunciado por abusar sexualmente de niños de entre 11 y 16 años en 1995), después de invitar por separado a ambas partes, sentenció a través de su cuenta de Twitter que las declaraciones de Pflucker eran solo un intento de alcanzar fama.

En ese contexto, se acusó a las feministas de realizar una “cacería de brujas” contra los hombres, de querer limitar la sexualidad de los varones y de intentar anular el “cortejo”.

Ante el escarnio mediático, miles de mujeres tomaron las redes para responder con el hashtag #YoTeCreo y compartir sus propias historias de abuso para respaldar a Pflucker. Perú es un país violador y misógino, incapaz de creer que una joven fuera virgen a los 19 años, incapaz de creer que el hombre del que se enamoró la haya violado.

Exageradas, histéricas y locas

El jueves 12 de abril, las feministas decidieron responder: Gabriela Wiener, escritora y periodista feminista, organizó una mesa de debate que reunió a diversas mujeres del activismo peruano para que dialogaran sobre el consentimiento y el significado del #YoTeCreo.

Entre las ponentes estuvo la joven activista trans afroserrana Gahela Tseneg, quien estableció que el consentimiento debe realizarse de forma libre, sin estar sujeta a ningún tipo de amenaza y no como resultado de un miedo impuesto. Invitó a las mujeres a empoderarnos y seguir luchando contra el sistema capitalista neoliberal y heteronormativo, que nos violenta diariamente de diferentes formas.

Micaela Távara, artivista y pedagoga teatral, comentó: «Esta sociedad patriarcal nos ha enseñado que las mujeres debemos estar en silencio y en la sumisión, pero ante todo nos ha dicho que somos exageradas, histéricas y locas. Esto, en conjunto, hace que nosotras mismas callemos cuando somos víctimas de violencia”. Y agregó: “Dicen que las feministas queremos convertir en delito el mal sexo. Todas sabemos que una violación no es mal sexo. Seguramente nos va a costar identificar que lo que pasó fue una violación y seguramente vamos a seguir conversando con esa persona, pero una misma en algún momento va a sentir y analizar que lo que pasó no fue sexo, fue una violación. Así pasen 50 años, si lo sentimos tenemos que decirlo.»

Desde el punto de vista jurídico, la abogada feminista Jeannette Llaja elaboró la pregunta: “¿Por qué si el delito sexual está tipificado hace tantos años es tan difícil abordar la violencia sexual?”. El punto está en cómo se ha abordado el tema: hasta 1997, si el violador se casaba con la víctima, quedaba libre. En 2004 se modificó la norma para señalar que la violación también podía realizarse usando un objeto. Para 2011, la Corte Suprema estableció que no debe importar la conducta sexual o el pasado sexual de la víctima sino que el proceso debe centrarse en el momento de la violación. En 2015 -recién- se estableció un concepto de consentimiento.

El problema con el código penal, sin embargo, es que la violación sexual está tipificada con el elemento de «la grave amenaza o la violencia». Es decir, no se centra en el consentimiento: quien haya sufrido una violación debe probar la grave amenaza o violencia. Hace años que las feministas estamos luchando por que se centre en el consentimiento, la autonomía sexual y la capacidad de decisión, en especial en un país donde las investigaciones han demostrado que el 30% de los hombres cree que las mujeres son culpables de que las violen.

Angélica Motta, antropóloga feminista y activista por los derechos sexuales, reproductivos y LGTBI, agregó: «Estamos en un contexto social en donde a los hombres se les enseña que tienen que conquistar a las mujeres. ¿Qué connotaciones hay en esa palabra? Nos recuerda a los colonizadores en nuestros territorios. Ese es el mensaje que se le da a los hombres: que los cuerpos de las mujeres son territorios que se tienen que conquistar, que la voluntad de la mujer es lo que se debe doblegar. El consentimiento no resulta algo que se considere importante o a respetar. Hay que cambiar todas esas formas culturales y guiones sexuales que configuran la sexualidad de hombres y mujeres. Porque así como a los hombres los socializan para la conquista, a las mujeres nos socializan para ser conquistadas. Entonces las mujeres que queremos vivir una vida sexual libre somos estigmatizadas o incluso se entiende que estamos dando consentimiento para que hagan con nosotras lo que quieran. Entonces, si una anda con la falda corta o borracha entonces se entenderá que el consentimiento es implícito. Y esos roles sexuales de hombres y mujeres tienen que cambiar».

Por su parte, la periodista y activista afroperuana por los derechos sexuales y reproductivos Sofía Carrillo resumió el significado del #YoTeCreo: «El ‘yo te creo, hermana’ está diciéndole a la mujer que este espacio, donde hay mujeres en sus diversidades, va a ser una posibilidad de cobijo, de respaldo y de apoyo, necesarios en los procesos de denuncia. El #YoTeCreo está planteando la necesidad de reconfigurarnos a nosotras mismas, de entendernos, de escucharnos, a pesar que seamos distintas y pensemos diferente».

Daniella Pflucker asistió a la mesa de debate. Su caso fue el inicio de esta historia mediática y polémica, en la que miles de mujeres decidieron ofrecerle su apoyo sin conocerla, en donde las que nos sentimos identificadas con su valiente denuncia decidimos no permitir más blindaje a los chicos buenos de la televisión, del barrio, de la universidad o del trabajo. Es momento de alzar la voz para denunciar, para empoderarnos mutuamente y hacerle frente a una sociedad machista que piensa que las feministas queremos matar hombres cuando decimos «muerte al macho». Porque ya estamos hartas de la violencia machista y patriarcal desde todos los ángulos y hacia todas las niñas y mujeres peruanas, nosotras seguiremos impulsando el movimiento que apueste por las víctimas, pues la sociedad y la justicia -por ahora- no están de su lado.

Cifras de violencia sexual en Perú

En 2017 se registraron 25.068 denuncias de abuso sexual. El 76% de las víctimas eran menores de edad, según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público. Las cifras representan un incremento de 8,1% con respecto al 2016.